Espacios otros por Michel Foucault

«Desde luego, se podría emprender la descripción de estos diferentes emplazamientos, buscando el conjunto de relaciones por el cual se los puede definir. Por ejemplo, describir el conjunto de relaciones que definen los emplazamientos de paso, las calles, los trenes (un tren es un extraordinario haz de relaciones, ya que es algo a través de lo cual se pasa, es algo mediante lo que se puede pasar de un punto a otro y además es también algo que pasa). Describir, por el haz de relaciones que permiten definirlos, estos emplazamientos de parada provisional que son los cafés, los cines, las playas. Se podría también definir, por su red de relaciones, el emplazamiento de descanso, cerrado o semicerrado, que constituyen la casa, el dormitorio, la cama, etc.

Pero los que me interesan son, entre todos estos emplazamientos, aquellos que tienen la curiosa propiedad de estar en relación con todos los otros emplazamientos, pero de tal modo que suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que se encuentran, por sí mismos, designados, reflejados o reflexionados. Espacios, en cierto modo, vinculados con todos los otros, aun cuando contradicen todos los demás emplazamientos, estos espacios son de dos grandes tipos.

Están en primer lugar las UTOPÍAS, que son emplazamientos sin lugar real, emplazamientos que mantienen con el espacio real de la sociedad una relación general de analogía directa o inversa. Son la sociedad misma perfeccionada o el reverso de la sociedad, pero, en cualquier caso, las utopías son, fundamentalmente espacios esencialmente irreales. También existen, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares que están diseñados en la institución misma de la sociedad, que son especies de contra-emplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos, especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables. Lugares que, por ser absolutamente otros que todos los demás emplazamientos a los que sin embargo reflejan y de los que hablan llamaré, por oposición a las utopías, HETEROTOPÍAS.»

(…) «En una sociedad como la nuestra, heterotopía y heterocronía se organizan y se ordenan de una manera relativamente compleja. Están en primer lugar las heterotopías del tiempo que se acumulan al infinito, por ejemplo los museos, las bibliotecas –museos y bibliotecas son heterotopías en las que el tiempo no cesa de amontonarse y de encaramarse sobre sí mismo, mientras que en el siglo XVII, hasta fines del XVII incluso, los museos y las bibliotecas eran la expresión de una elección. En cambio, la idea de acumular todo, la idea de constituir una especie de archivo general, la voluntad de encerrar en un lugar todos los tiempos, todas las épocas, todas las formas, todos los gustos, la idea de constituir un lugar de todos los tiempos que esté fuera del tiempo, e inaccesible a su mordida, el proyecto de organizar así una suerte de acumulación perpetua e indefinida del tiempo en un lugar inamovible… todo esto pertenece a nuestra modernidad. El museo y la biblioteca son heterotopías propias de la cultura occidental del siglo XIX.

Frente a estas heterotopías, ligadas a la acumulación del tiempo, se hallan las heterotopías que están ligadas, por el contrario, al tiempo en lo que tiene de más fútil, de más precario, de más pasajero, según el modo de la fiesta. Son heterotopías no ya eternizantes, sino absolutamente crónicas. »

* Conferencia pronunciada en el Círculo de Estudios Arquitectónicos, el 14 de marzo de 1967 (Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, octubre de 1984, pp.46-49). Texto escrito en Túnez, en 1967, cuya publicación no fue autorizada por M. Foucault hasta la primavera de 1984. Traducción de Marie Lourdes.   Acceso al enlace directo

El público como agente generador de conocimiento

El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse, el público aprende a hacer conexiones.

Andamos repensando el papel de las obras de arte, los artistas y los curadores como únicos generadores de experiencia estética y del conocimiento que esta produce. Nos surgen varias preguntas: ¿Qué papel ocupa una educadora en la ecuación cultural de un museo? ¿Y el público? ¿Podemos situar al mismo nivel la producción pedagógica y la producción artística?

La obra de Camnitzer  El museo es una escuela cuestiona el papel de las instituciones culturales y empodera al público como agente generador de conocimiento. En este nuevo marco, el diseño e implementación de una programación educativa adquiere una nueva significación y trascendencia en tanto que productora de experiencia estética.

Camnitzer- Museo es una escuela